Por redacción
En Brasil, un equipo de científicos de la Fundación Oswaldo Cruz ha logrado un avance significativo en la lucha contra la esquistosomiasis, una infección parasitaria aguda crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo. En colaboración con investigadores de la empresa norteamericana Orygen Biotechnology, han desarrollado la primera vacuna contra esta enfermedad devastadora.
La esquistosomiasis, conocida coloquialmente como la de las «panzas infladas» debido a la hinchazón del vientre que causa, es causada por las duelas sanguíneas del género Schistosoma, que ingresan al cuerpo humano a través de la piel durante actividades agrícolas, domésticas, profesionales o recreativas en aguas infestadas. Aunque en nuestro país no se han reportado casos locales de esquistosomiasis, se encuentra ampliamente presente en regiones tropicales y subtropicales, afectando principalmente a comunidades empobrecidas sin acceso a fuentes seguras de agua potable y saneamiento adecuado.
La vacuna desarrollada por el equipo de investigadores contiene la proteína Sm14, presente en el parásito esquistosoma. Esta proteína es esencial para el transporte de grasas necesarias para la supervivencia del parásito. Sin embargo, la proteína modificada presente en la vacuna interfiere con este transporte de grasas, lo que impide la proliferación del parásito en el cuerpo humano. Los resultados de las pruebas preclínicas en ratones y conejos de laboratorio mostraron una reducción superior al 90% en la infección por Schistosoma mansoni.
Miriam Tendler, expresó su optimismo con respecto a este descubrimiento: «Esperamos que abra el camino a otras vacunas antiparasitarias que están fuera del radar de la gran industria porque no hay mercado para ellas en los países del hemisferio norte y, por lo tanto, no se consideran prioritarias».
Si las pruebas clínicas continúan teniendo éxito, se espera que la vacuna esté disponible en el mercado hacia finales de 2025 o principios de 2026, lo que la convertiría en la primera vacuna a nivel mundial contra la esquistosomiasis.
La esquistosomiasis afecta principalmente a poblaciones en zonas con malas condiciones sanitarias y se estima que en 2021 alrededor de 251.4 millones de personas necesitaban tratamiento profiláctico contra la enfermedad. Esta vacuna podría marcar un hito en la lucha contra la esquistosomiasis y mejorar la calidad de vida de millones de personas en todo el mundo, especialmente niños y adultos jóvenes afectados por esta enfermedad.
Mientras tanto, se espera con entusiasmo la próxima etapa de pruebas clínicas en Senegal, donde la vacuna será evaluada en una muestra de 2 mil sujetos. Si los resultados continúan siendo prometedores, esta vacuna podría convertirse en una herramienta crucial para combatir la esquistosomiasis y allanar el camino para el desarrollo de vacunas antiparasitarias adicionales.